Dr Lisímaco Suarez Reyes
Dr. Lisímaco Suarez Reyes
Biografía y autobiografía
Reconocimiento a un hombre culto, humilde, de altísimos valores morales, con un gran amor por sus semejantes que hizo honor a su juramento hipocrático.
Dr. LISÍMACO SUAREZ REYES. MÉDICO E INSTITUTOR: Fundó la Caja Agraria hoy Banco Agrario y el colegio Arturo Mejía Jaramillo.
Hablar de Lérida sin hacerlo del Dr. LISÍMACO SUAREZ REYES, es casi un imposible. Nacido en esa población por allá en el año 1919, realizó estudios primarios en la Escuela Pública, luego emigró a la ciudad de Medellín y se matriculó en la Escuela De Varones de Medellín, en donde obtuvo el título de Institutor, el cual fue firmado por el entonces Ministro de Educación el Dr. JORGE ELIÉCER GAITÁN (El Caudillo Inmolado).
Bachiller del Liceo Antioqueño. Luego ingresó a la facultad de Medicina de la Universidad de Antioquia, en donde se doctoró como Médico y cirujano en el año 1957, habiendo hecho su internado en el Hospital San Vicente de Paúl, de donde luego fue su Director. Su Tesis fue laureada con honores siendo publicada en el recinto de la Facultad. Titulada “CANCER DEL ESOFAGO -18 CASOS DEL SERVICIO DEL SAN PEDRO CLAVER”.
Regresó a su ciudad natal conmovido por su madre Consolación y su amor a su tierra y su gente. Traía consigo una maleta llena de esperanzas y proyectos, uno de ellos pensaba traer una sucursal de la Fabrica Coltejer, pero sus esfuerzos fueron fallidos, la envidia y la sed de poder, impidieron que nuestro pueblo saliera de la pobreza por unos pocos que decían llamarse progresistas.
También incursionó en la política al aceptar el ofrecimiento que las directivas nacionales del Liberalismo le hicieran en el sentido de encabezar la lista para el concejo municipal, en la cual obtuvo un triunfo arrollador frente a su opositor el partido Conservador, que sólo obtuvo una curul en cabeza del señor Eugenio Sánchez (q.e.p.d).
LA CAJA AGRARIA. Desde el concejo impulsó la creación de una agencia de la Caja Agraria debiendo laborar conjuntamente con el señor Sánchez, (conservador),con quien se traslado a la ciudad de Ibagué para solicitarle al gobernador de la época doctor Rafael Parga Cortés (el gago) que los acompañara a Bogotá, asumiendo de su propio peculio los gastos del viaje.
Los tres iniciaron la marcha. El Dr. Suárez era portador de un memorial firmado por prestigiosas personalidades del municipio entre quienes se destacan Obdulia de Bermúdez, Melba de Quezada, los profesionales independientes, los arroceros y el gremio de matarifes. Fue así como después de una entrevista con el Presidente de la República el Dr. Lleras Restrepo y con el gerente general de la Caja Agraria el Dr. Augusto Espinosa Valderrama, se logró el establecimiento definitivo de la agencia de la Caja Agraria en marzo 1 de 1962; al cabo de dos meses dicha agencia se convirtió en oficina y llegó a ocupar el segundo lugar en el departamento del Tolima en Movimientos de Capitales. (HOY NO TENEMOS BANCO AGRARIO ).
COLEGIO ARTURO MEJIA JARAMILLO. Su fundación fue casi por casualidad, se origino en el consultorio del Dr. LISIMACO a raíz de una visita que le hiciera el señor Hernando Cogollos, recientemente nombrado por el gobierno nacional como director de Electroaguas (después Himat) hoy denominado Asorrecio, para que le atendiera a su hija que se encontraba enferma, lo cual se produjo sin que el Dr. Suarez le cobrara los medicamentos y la consulta.
El señor Cogollos hombre de influencia y en agradecimiento por los servicios profesionales se comprometió a ayudarle a gestionar la fundación de un colegio, el cual era un viejo anhelo del Dr. Lisímaco. Al día siguiente juntos emprendieron camino a Ibagué en donde se entrevistaron con el Gobernador Cuellar Velandia quien de inmediato le dio vía libre al proyecto que se hizo realidad al año siguiente (1963).
El colegio lleva dicho nombre como homenaje a don Arturo Mejía Jaramillo, pedagogo que había residido en parís durante muchos años y acaudalado hombre de negocios de la ciudad, dueño de la hacienda Montalvo (A la entrada de Armero) Fue quien dotó al colegio de pupitres y material didáctico. Estos y muchas obras mas identificaron a LISÍMACO SUAREZ REYES ante un pueblo al que le dedicó gran parte de su vida motivado por el inmenso AMOR A SU PRÓJIMO.
Autobiografía.
Biografía del Dr. Lisímaco Suárez Reyes y vivencias con los profesores
La vida de un hombre vale por la grandeza de carácter, por el empeño de su vida en que se es dios ,como en Jesucristo, y lo comprueba con su muerte al resucitar al tercer día; también por un hecho inconmensurable ,como en Pericles ,la voz que como orador fue la más bella y vigorosa que hayan oído los siglos, que aventajaba a demóstenes y a cicerón, y como organizador de la democracia, tanto en la vida civil como en la guerra jamás hubo otro general igual, e igualmente ,agotando la paciencia sobre el microscopio, hasta desentrañar una bacteria o una enfermedad.
Mi vida al carecer de estas virtudes, me obliga a recluirme en mi modestia, y a esperar que dice la suerte en el transcurrir del tiempo, por que todavía vivo.
yo nací en Lérida, el 6 de mayo de 1919, a las 6 de la tarde, en una casita de bahareque y techo de zinc, que puede situarse en el cruce de la calle 7 con la carrera 9 en la esquina, y que tiene el numero 7-07.
Hijo de consolación Suárez de reyes, señora de recursos económicos muy bajos; modesta, sencilla, de gran espíritu al hablar; la que se abría a muchos procedimientos, y si ampliaba el sentimiento ,indicaba de si memoria vigorosa, imaginación controlada, y un penetrar en los problemas nuevos, luciéndose en los detalles.
Ella no era de Lérida, procedía de una familia de modesto Suárez, quien vivía en Guaipá, inspección de ortega, en la carretera que va para el chaparral.
Y como decía, era humilde, honrada, nunca le quedó debiendo un centavo a nadie; pagó todo lo de impuestos al municipio de Lérida, con lo que se llenaba de orgullo; por que la honra del buen pagador la unía a la dignidad y ésta la reforzaba, haciéndola como luz propia de su carácter y personalidad. Además, ella fue siempre dueña de casa y su padre modesto, el dueño y poseedor de más de mil hectáreas aledañas al Saldaña, incluyendo al mismo Guaipá.
Modesto fue todo un personaje ,de tez rosada, el más rubio de los ibaguereños que habitaron esas tierras rodeadas de colinas, querido entrañablemente y respetado por todos, por que fue uno de los fundadores del nuevo Guaipá que borro los linderos del antiguo san Nicolás.
Yo crecí en medio de rezanderas o camanduleras. Doña Metrobia, beata hasta el tuétano, tanto que parecía demente, ejerció influencia sobre mí, quizás por que era un poco de la familia, pero, me lleno de oraciones, que aun a los 74 años, todavía bullen en mi memoria. Tal vez, por ello fui también religioso.
El que a la edad de 7 años le ofrecía una promesa a la virgen de Coloya, donde al rezarle 308 padrenuestros en una sola arrodillada, no podía descansar y si le metía clavija a la virgen y la engañara era falta de mi cumplimiento y así le solicitaba de manera apremiante el que yo pisara las aulas de la facultad de medicina.
Hoy no me da pena decirlo por que ya soy medico, pero antes de serlo, lo guardaba como un secreto, máxime que era hijo de una mujer pobre cuyos bienes eran irrisorios, y mi padre moría en mis primeros años y del que ahora me cuentan que fue de una trombosis cerebral.
En 1927 entré a la escuela pública con un señor Piedrahita de Rionegro (Antioquia ), al que le aprendí a medio leer a los 20 días, y las tablas de la suma a los dos meses, las de multiplicación hasta quedar haciendo los ejercicios de problemas de las cuatro operaciones al finalizar del año. Mejor dicho obtenía de una vez y a la mano, el certificado del tercer año de primaria.
Luego vino el por que fui, el que pudo haber sido, y nunca el que podía brillar.
En el plano de los estudios, con las perspectivas que dan las ciencias y las artes en adelante protagonizaba el abandono de la escuela, el que con suerte aciaga iba con los impulsos y ansias de vagar como en el centro de un vendaval; me convertí en el elevador de cometas, el que hizo una de tela, de pura tela, de bogotana blanca, de no menos de un metro con 70 centímetros de altura, y a la que le colocaba de rabo un lazo de cabuya bien gruesa de 12 brazadas; en la punta le destinó un gato grande y unas ramas de matarratón para que no coleara.
Observaba con alegría que la gente de Lérida ya gritaban aquí, ya brotaban allá, como si una noticia insólita apareciera e inculcara en los habitantes una gran fiesta popular.
La cometa se erguía en el aire, el gato como en una especie de espiral, emitía maullidos por todas partes y el artefacto, cometa y gato y rama en la cola, estaban a la distancia de 1368 metros de mi; que me encontraba, en la parte de acá de la llanura de Charco Azul, y conmigo, no menos de 200 personas disfrutábamos del espectáculo, cuyas edades fluctuaban entre los 8 y los 25 años.
De pronto el gato de las ataduras trozo las piolas con los dientes y se vino al vacío; hubo un momento de suspenso entre los que me acompañaban y mientras la cometa parecía estar entre las nubes, empezó a colear, a dar vueltas; primero una muy grande, luego otra de menos diámetro, y así sucesivamente, unas tan diminutas, que se vino al suelo; el gato estiro tanto las manos y las patas que parecía una raya en el aire, de manera que ,en una enorme vuelta cruzaba el espacio y en la bruma a lo lejos ,vino a caer como sobre unos árboles.
Me puse a enrollar 18 madejas de piola Nro. 12, cada una de 76 metros, y esto fue extraordinario; que velocidad y que angustia con que lo ejecutaba en la unidad de tiempo; porque presentía el robo de la piola, pero todo fue inútil, la cometa cayó y la gente se abalanzó y grandes pedazos de cuerdas desaparecieron; tres días después vi al gato con las mismas pintas de amarillo y negro sobre un blanco marmóreo, en el lugar donde lo había comprado; el mismo michín perdonavidas, con todos los donaires del gato que embelesa y dice contar con el poeta Rafael Pombo de su siete vidas.
El tiempo transcurrió imperceptiblemente, y llegó el año de 1930. En el me hice matricular con camilo Rozo Polanco oriundo de Lérida y joven de 20 años, inteligente, recursivo, que hacía leer hasta veinte veces lo que tiene que decirse y entenderse del enunciado de un problema.
Visto así, en toda la idea y ampliada hasta en las minucias, como en un relámpago intuía la forma simplísima de hacerlo, con resultado evidente y cierto.
Este problema reunía todas las formas de la prueba; de manera que como Enrique Pestalozzi hacia entenderlo hasta en la evidencia de la razón. Aún más, si con la palabra no podía hacerse entender, se extendía con el dibujo; del cual, como si con la pintura hablara, era el amigo de expresar las ideas en movimiento. El dibujo parecía moverse; pero lo que necesitaba transmitir o transferir aparecía en el movimiento de sus partes. Era o no una cualidad de este pedagogo?.
Bien supuse cuando extendía la firma en la matrícula con camilo Roso, que ya había olvidado todo; que no recordaba nada de lo que había aprendido y qué vergüenza, qué lastre, como se siente uno tan acobardado. Si me matriculaba en primero, tenia un certificado de tercero, y si lo hacía en cuarto, por ningún lado daría bola, porque con los años de no ser más que un cometero, me encontraba con una tabla rasa, y así fue como vine a matricularme en el 2 año por causa del desvalijo de la memoria.
Yo me dije en el momento de la matrícula, quizás refuerce el cálculo oral haciéndolo rápido como un rayo y con la certeza del matemático tenaz.
En 1931, un padrino llamado Belisario Ruiz fue a firmarme la matrícula con Carlos Julio Fernández. Este maestro como tomaba el día domingo amanecía el lunes severísimo y en las clases de la mañana, bajo la influencia del alcohol y del guayabo se convertía de un nerón implacable. Siempre azotaba a sus alumnos con rejos, varas de tomé, férulas palmatorias, reglas largas y gruesas, o con lo que tuviera a la mano.
Una vez agarró un niño por el lóbulo de la oreja y lo levantó por encima de los pupitres blandiéndolo por el aire para luego tirarlo con violencia a dos o más metros sobre el suelo.
Estos niños, todavía pequeños, desgarran el pabellón de la oreja en la cantidad, de no menos de la mitad, al que al ejercer el punto de apoyo y soportar todo el peso del cuerpo, tomaba una coloración tan intensa, que ya no era roja sino morada y con la sangre, que vertía como un animal, presentaba el espectáculo de un circo.
Yo no pensaba en el aspecto en si, sino en la injusticia tan grande en que incurría el maestro; ese niño era para mi inocente, tan libre de culpa como cualquiera de los otros que se encontraban dentro del salón.
El hecho de que un muchacho de los de atrás le llamará la atención y en ese instante en que volteaba a mirar quien lo llamaba, lo sorprendió el maestro por el lóbulo de la oreja, sin haber hablado; no era motivo para llegar en aprovechamiento a esa osadía, por que al ser la víctima desigual, habría que establecer concesiones, toda vez que el mártir era un niño y el maestro no bajaba de los 40 años.
Además, quién de los dos alumnos era más merecedor de la culpa, si el que lo llamaba de atrás, o el que miraba volteándose en respuesta de lo que había oído?. Para mi, era más comprometedor, quien rompía la disciplina y encaraba su voz con la del maestro, llamándolo sorpresivamente, sin embargo el maestro castigó al más inocente y este hecho quedó callado, sin que nadie lo volviera a levantar.
Un día lunes por la tarde, dos muchachos fueron castigados como se tenia por costumbre, el uno se llamaba pedro marchan, el otro, un muchacho de apellido Martínez.
Los muchachos le hablaban de que al arrodillarse en la calle, mas llevaba a satisfacer una venganza que el cumplimiento de un castigo; ellos estaban listos a cumplirlo, aún rociándole cascajo sobre el suelo en que se arrodillaban, y a sostener una barra en lo alto de 18 libras, pero sobre el piso del salón, a la vista de todo el mundo; sobre la puerta que estaba abierta y al alcance de los que llegaran de la plaza, los que salieran de la iglesia, los que se hicieran en el atrio, o los que vinieran de la escuela de las niñas; también, los que cruzaran por la carrera 3,como los de la cárcel, o los que irrumpen para la calle 7. Porque la escuela quedaba donde es hoy el concejo municipal, casi en la esquina de la plaza.
Como el maestro no vio a Pedro arrodillado sobre el empedrado, se le abalanzó y le dio sobre la cara varias bofetadas, de las cuales ni siquiera el muchacho tambaleó; por el contrario, observando que se había desbordado tan injustamente en iniquidad sobre él, decidió tomar el brazo derecho y le dio con el puño cerrado sobre la mejilla del maestro, con tanta fuerza que lo levantó, y dando vueltas por el aire, vino a caer sobre el empedrado a la distancia de más de 4 metros. Este golpe fue tan fuerte que el maestro perdió la conciencia y demoró por recobrarla no menos de media hora.
Pedro, era un muchacho aguador, vivía de vender agua donde la necesitaran y como la carretilla que empleaba era ancha y fuerte, tenia que ser lo suficientemente sólida para poder con 12 galones o mas para cada viaje de manera que era una persona de 17 años, musculosa, de cuerpo resistente, de aspecto atlético, al que el peso de 12 galones no constituían mas que un juego.
El alcalde que estaba cerca y sabedor del castigo, y tanto mas, cuanto que era vecino y con él colindábamos desde la escuela les dijo: muchachos! que esperan después de este episodio espectacular?, el amigo Martínez puede venir mañana por la mañana, que creo arreglarle como primera autoridad en que me he constituido del municipio, al amigo pedro, yo siento con todas las luces de mi razón, por cuanto mis palabras de nada valdrían para excluirlo de la tutela de la expulsión.
El amigo, no obstante de llenarse con la razón mas poderosa de la tierra por que recibió mas de tres golpes con toda la fuerza de que fue capaz, en la cara, en las narices, debajo de las órbitas, de manera que lo han transformado el rostro; mírenle las narices sangrando, edematizadas, y los malares de un color azul obscuro y tan deformadas que parece un monstruo, y sin embargo, nadie piensa que a pedro se le ha destruido en su propio ideal en el de ser un hombre superior a la misma sociedad que lo ha formado; el ser un maestro consagrado por su virtud ,su juicio, con el mejor gobernante de su siglo, o el consejero más sabio de la corte suprema de justicia.
Mientras su maestro con su vituperio acostumbrado, sólo desea la destrucción irreparable de sus pupilos; yo, que no soy ningún maestro, estoy aquí, en este humilde pueblo de Lérida, para gritar y ayudar, para alabar aquellos que si han cumplido con su deber de maestros, como José Félix de Restrepo, que con el calor de sus enseñanzas, sus desvelos y su sueño inmortal, sacó de sus aulas desde Popayán más de 15 presidentes de la república.
Veámoslo ahora, la otra cara del maestro Carlos Julio Fernández. Lo hemos visto como un impulsivo a través de la disciplina de los muchachos de los años inferiores, por que en lo tocante al quinto curso, si se portó con la responsabilidad requerida.
Este grupo estaba compuesto por 2 alumnos José Torres y Alcibíades Oñate, ambos jóvenes de 16 años, leridenses, tan despiertos y listos, no solo en la cortesía para con el maestro, sino para cumplir la responsabilidad respecto al rendimiento de las lecciones y demás tareas con que deberían asistir.
Sus programas fueron dados en forma tan completos, que nunca en el año hubo trastorno alguno o enfermedad que los impidiera.
Recuerdo que daban por geografía la de los estados unidos; en ella se hicieron mas de mil mapas, y entre ellos uno que no se me olvida un instante por que no se pintaron los 48 estados por separado; es decir los de Alaska y Hawái no se hicieron constar. Este mapa de que yo hablo, se teñía el fondo de amarillo claro, y los ferrocarriles como hebras negras sobre el papel, aparecían en tres grupos ligeramente abultados en las ciudades del pacífico como Seattle, sacramento, san francisco y los ángeles.
Pero la red es escasa, de solo 12 o mas ferrocarriles donde corresponde a las montañas rocosas; y así mismo 2 o mas que van por la frontera limítrofe con el Canadá y que van a formar el enmaraño ya en Minneapolis y St Paul hasta formar en la región de los grandes lagos, especialmente en chicago el verdadero nudo casi indescifrable que por su complejidad, cualquiera se pierde y no da la explicación debida. Así mismo, el que sale de san francisco, después de recibir el del norte y del sur, sale con dirección al oriente.
Los estados unidos son el pueblo que mas ferrocarriles tiene en el mundo, y sus vías de comunicación como las carreteras y vías aéreas no es que sean menos, por que es el pueblo mejor comunicado de la tierra, por ello vale la pena hacer sus mapas y más que todo tener un diccionario de inglés del tipo del Appleton’s, o de otro que tenga más voces.
El hecho de llamar la atención con Carlos Julio Fernández, no es para dar un significado minoritario; en el fondo, este maestro tuvo el pensamiento vigoroso de lo majestuoso, una gran formación desde la niñez, pues en asuntos geográficos llena el espíritu a profundidad, como si en esa voz de hombre, recia y sonora, tan clara y vocalizada, entonara un himno de sílabas sonoras, tan melodiosas que a mi me robo la atención.
Como vemos el profesor para la geografía es expedito; conlleva a la explicación de lo grande, esclarece y otea en la materia con agilidad, para abultar lo digno, lo que es mas indispensable con la belleza que requiere. Por ello con otro profesor también oriundo del fresno, maestro de esta materia en la escuela normal mixta de Ibagué también digno del marco de la historia de la educación, Hildebrando Acero, parece que hubieran recibido lecciones de geografía por un profesor docto y muy conocedor del ámbito de su misión, de manera que se admira su escuela.